martes, 2 de abril de 2013

Capítulo 3. CONOCIENDO A CASSANDRA



3


CONOCIENDO A CASSANDRA

DAMIAN

Hacía apenas cinco minutos que había sonado el despertador y ya me sentía como si una manada de elefantes me hubiera pisoteado.

- ¿Cansado? -pregunto Ash mientras se sentaba en la cama con dificultad aparente.

Hice una mueca y después suspire. Con voz agotada susurré:

- Maldigo el día en el que me convenciste para salir fuera.“Vamos, sera divertido, y ya veras que romper las normas no es tan grave si no te descubren”- repetí el discurso que había usado para convencerme.

Ash me miró divertido y empezó a reír. No entendía como siempre lograba convencerme para hacer cosas que seguro acabarían terriblemente mal.

Antes de que pudiera decir alguna cosa para protegerse, me levanté de la cama, me encamine hacía el baño y cerré la puerta con llave.

ASH

Antes de que pudiera responderle, Damian había desaparecido en el baño.

Cuando me moví, mi cuerpo protesto. Esa maldita cazadora me había pateado el trasero de mala manera.

Me tumbé en la cama e hice una mueca. Cerré los ojos, y sin saber porque, apareció ella.

Recordé la batalla, la lluvia, a ella... sus sedosos y ondulados cabellos caoba oscuro, sus oscuros ojos brillando bajo la tenue luz de los rayos, la curvatura de su cuerpo, su dulce aroma a... ¿qué? No estaba seguro de saberlo... lo ágil y hábil que era en la lucha, la gracilidad de sus movimientos. La preocupación que demostraba por su igual; otra estúpida que se creía una heroína en mi opinión.

Algo en mi interior se agitó con fuerza mientras recordaba como ese chucho pulgoso la había reclamado como suya.

Me odiaba a mi mismo por los sentimientos que me cruzaron cuando habíamos luchado.

Por haber deseado tanto su dulce, espesa y caliente sangre. Por desear ser el único que la poseyera, su sangre y... a ella.

De lo mal que me sentí cuando perdí el control y estuve a punto de matarla.

¡¿Pero que demonios estoy pensando?! -me reñí al ver el rumbo de mis pensamientos- Era una maldita cazadora. Los que son como ella odian a los que son como yo. Nos matan a sangre fría.”

Me levante de un salto enfadado conmigo mismo. Yo odiaba a todo cazador. Y esa engreída, no iba a ser una excepción.

- Sera mejor que deje de pensar tonterías y me vista -me dije a mi mismo en tono mordaz.

DAMIAN

Me escondí en el baño antes de que Ash me pudiera contestar. No me sentía con fuerzas para oír su humor matutino.

Mire mi reflejo en el espejo e hice una mueca.

Tenía un moratón bajo el ojo izquierdo y la marca de su mano en la mejilla, la mano que había estampado en mí tras hacer una cosa muy dulce, tentadora e increíblemente idiota. Deberían darme el premio al estúpido del año.

Aún no me podía creer que me hubieran cazado. Una estúpida niñata y su estúpido gato me habían dejado entre la espada y la pared.

Agobiado, solté un largo suspiro.

Soy imbécil –pensé con frialdad – mira que dejarme engañar…”

Eche un último vistazo al chico que se reflejaba en el espejo y me empecé a desnudar.

Deje que mis pensamientos volaran a su aire y empecé a rememorar lo que había pasado la noche anterior.

-¿Ahora que voy a hacer contigo? – le pregunte divertido al ver que el gato había desaparecido y que estaba indefensa. Su dulce aroma a lirios me embriago y note que se me secaba la boca. Con el cuerpo tenso y lleno de deseos oscuros me acerque lentamente a ella –. Eres preciosa – mis dedos picaban por tocarla y no pude evitarlo. Le levante la barbilla para poder mirar en esos hermosos ojos castaños. Era tan hermosa. Tenía una larga y sedosa cabellera de un color caramelo precioso y su piel era fina y suave. Oía el latido de su pulso correr bajo su piel y me pregunte como debería saber. Sin entender exactamente porque, mi cuerpo se movió hacia adelante y le lamí la mejilla –. Y dulce – oh sí, era realmente dulce y estaba demasiado tentado a tumbarla en el suelo y probar su sabor mientras la poseía con lentitud -. Me gustas, y te voy a poseer – le susurre mientras ella temblaba por el miedo. O eso me parecía, a lo mejor estaba equivocado y estaba temblando de ira.

Su cara palideció por un instante y después empezó a adoptar un intensó y adorable rubor que hizo que pareciera más dulce y tentadora.

Entonces, en voz baja, empezó a recitar algo parecido a una invocación. El cielo cambió a un tono marrón y supe que si no me iba inmediatamente las cosa podría acabar muy mal.

Me levante a toda prisa y me fui corriendo hacía la espesura del bosque. Pero antes de desaparecer, mire por encima de mí hombro para poder verla una vez más.

La próxima vez te are mía, tenlo presente. –le prometí antes de irme.

Y esa promesa, la iba a cumplir como fuera”.

ASH

Damian abrió la puerta y salió del baño. Los dos estábamos preparados para irnos. Él vestido con una camisa blanca con un botón desabrochado y yo con otra idéntica pero manteniendo más de un botón fuera de sitio.

Entonces un fuerte estruendo retumbo en mis oídos.

Mire a Damian para saber si también lo había oído. Su rostro no mostraba duda alguna

- ¿Que diablos ha sido eso? -pregunte.

- Ni idea. -respondió dirigiendo su mirada hacía la puerta - Creo que venia de fuera – volvió su rostro hacía mí - ¿Vamos?

- Vale. -respondí simplemente.

Empezamos a ir hacía la puerta y gire el pomo. Se abrió con un chirriante sonido de bisagras que me molesto bastante. Miramos hacia el exterior pero no vimos nada.

 ¿Que habrá sido eso? - pregunte.

Damian miró a cada lado del pasillo pero no pareció ver nada fuera de lo normal.

- Tal vez una puerta que se ha cerrado por el viento. – respondió al final con un toque de deje en la voz.

DAMIAN

De repente, unas eufóricas exclamaciones resonaron a nuestras espaldas y al girarnos vimos a media docena de chicas mirando en nuestra dirección embobadas.

Como a Ash le encantaba hacerse el chulo delante de las chicas, les guiño un ojo y todas se pusieron rojas.

Le di un codazo para que se comportara con normalidad y no las conquistará con el poder de la seducción. Que si era sincero no le hacía mucha falta, aunque en estos casos nunca sabia que haria.

- Perdonad chicas, me llamo Damian –dije exasperado.

- Hola Damian- dijeron todas las chicas a la vez. Miraron a Ash, que a su vez me miró a mí con mala cara - ¿Como se llama tu amigo? – pregunto una del fondo.

- Yo soy Ash, ¿como estáis gatitas? - Ash volvió a guiñarles un ojo.

Cuando pronunció la palabra “gatita” me cabree al pensar en la maldita cazadora, ese era el apodo que yo le había otorgado.

Todas empezaron a reír tontamente y gire los ojos.

Agarre del hombro al señor ligón y le dije al oído:

- Ash, recuerda lo que tenemos que preguntar.

- Ah si, perdona.- se aclaró la garganta - Chicas, sabríais decirnos donde esta el despacho de la directora.

Todas se miraron y al final una chica bajita, de pelo castaño, ojos azules y un dulce olor a rosas y margaritas habló:

- Si queréis yo os puedo acompañar – todas se giraron para verla; las otras chicas se mostraron molestas–. La directora me pidió que le llevara unos papeles para entrar en el club de coro gracias a la recomendación de una de las integrantes, y ahora tenía pensado ir.

- Nos harías un gran favor. – le dije dulcemente.

Todas las demás la miraron llenas de celos pero no dijeron nada, sabían que no era conveniente.

-Bueno gatitas, es hora de que nos vayamos –dijo Ash con voz cargada de promesas.

Como vuelva a decir esa palabra, me lo cargo”

Todas se giraron al unísono he hicieron un mohín.

Los dos empezamos a caminar, notando como las chicas nos miraban con recelo.

Nos paramos al lado de la que seria nuestra guía y le sonreí.

- ¿Cómo te llamas? –le pregunte.

- Melany– susurro –. Pero todos me llaman Mela y unas de mis amigas, las dos mejores que tengo, me llaman Mei. Vosotros, como sois nuevos, me podeis llamar Mei.

- Encantados de conocerte Mei. – le dijo Ash antes de guiñarle un ojo.

Ella enrojeció a escarlata y girando sobre sus talones empezó a andar por el pasillo.

ASH

Anduvimos por los pasillos unos diez minutos antes de detenernos delante de una gran puerta de nogal.

- Este es el despacho de la directora. –dijo Mei antes de tocar suavemente la madera con los nudillos.

- Adelante - se oyó del otro lado.

Mei abrió la puerta un poco y metió la cabeza.

- Adelante Mei. Te estaba esperando – dijo la mujer al otro lado.

- Con su permiso –dijo ella antes de acabar de abrir la puerta y dar un paso dentro –. Unos alumnos querían verla directora.

La mujer estaba sentada en una silla de madera de roble mientras escribía en un gran escritorio también de roble.

La habitación no era muy grande, las paredes eran de un color crema suave y todos los muebles estaban hechos de madera.

En la esquina derecha había una estantería repleta de libros, archivos, documentos que ocupaba toda la pared. En el otro lado había lo que parecía una pequeña sala con dos sillones de oreja con un tapiz de flores y una mesita de café. En medio estaba el escritorio con la directora mirándonos impasible.

Cuando pareció que ya nos había observado lo suficiente se levanto y se paro delante de nosotros.

Era una mujer de piel blanca, con el cabello rubio recogido en un perfecto moño. Sus ojos de un azul hielo eran fríos y severos.

Aunque no era muy alta y estaba bastante delgada, no parecía el tipo de persona que se deja intimidar fácilmente.

Llevaba una blusa roja, con unos pantalones negros altos y unos zapatos rojos de tacón.

- Bien –empezó sin mas preámbulos –. Estaba esperándolos caballeros; mi nombre es Cassandra. Espero que hayan pasado una buena noche - no pude evitar sonreír al recordar la noche anterior.

 - Ha estado bien –dije sin poder borrar la sonrisa de mi rostro.

- Estupendo - paro un segundo –. Antes de nada, debo decirles que espero que su comportamiento aquí sea discreto.

¿Acaso se piensa que vamos a matar a alguien? –me pregunto mentalmente Damian. Parecía divertido y eso era extraño en él”

· Su padre me ha dicho que ustedes dos tienen fama de ser…- paro mientras buscaba las palabras adecuadas – traviesos. Y que suelen meterse en bastantes problemas.

- Tan solo es una mala fama que circula por allí. – dije con desdén.

- Aun así, espero no tener que hacer algo que nos puede acarrear muchos problemas a todos.

¿Acaba de insinuar que nos va a matar? –dijo Damian ahora sin ningún rastro de diversión en su tono. ”

Estaba claro que esta mujer no nos lo iba a poner nada fácil. Y yo no iba a dejar que nadie me tratara como un vulgar trozo de carne.

- ¿Esta diciendo que tal vez nos matara? – le pregunte secamente.

Sus ojos brillaron con un fulgor malvado. Estaba claro que esa mujer había sido cazadora.

Genial. Teníamos a una ex-cazadora psicópata por directora y estaba dispuesta a matarnos si no íbamos con cuidado. ¿Qué más podría salir mal?

- No se engañe señor Montgromery, es cierto, he sido cazadora, he visto y hecho cosas que ustedes dos ni siquiera se podrían imaginar - su rostro escondía el fantasma de una sonrisa mientras recordaba otros tiempos -. En mis tiempos nunca podríamos imaginar que vampiros y cazadores trabajaran juntos. Pero cuando llegas a mi edad y aún sigues vivo, - bajo la mirada y de sus ojos rebosó nostalgia - pronto comprendes que ni siquiera la muerte podrá arrebatarme lo que soy, - volvió a levantar la cabeza para mirarnos fijamente y su voz sonó firme - una cazadora - hizo una breve pausa y ladeo la cabeza -.Así que nada me seria mas gratificante que volver a ejercer mi profesión señores- sus ojos se encendieron con un malvado y brillante fulgor –. Pero volviendo al tema inicial, eso no era a lo que me refería exactamente - el destello de sus azules ojos volvió a enfriarse y desapareció -. Lo que estoy tratando de decir, - empezó a aclararse – es que espero que sepan comportarse delante de los demás alumnos señores. Esta institución no solo esta compuesta por cazadores bien preparados, sino que también hay humanos.

·-Estoy plenamente convencido de que no ara falta que se preocupe por eso –dije fríamente.

- Su padre tenía razón cuando me dijo de que no era fácil de impresionar – se recostó contra el escritorio –. También comento que era muy cabezota.

- No me gustan las normas y las ordenes. Y solo las cumplo si quiero. – replique en tono mordaz.

Un ruido ahogado rompió el silenció que se había instalado en el despacho y todos nos giramos para dirigir nuestra mirada a nuestra guía.

Mierda. Ella había escuchado todo. Seré idiota. – me recrimine.”

Eso no hace falta que lo digas hermanito. Ya lo sabemos todos. - aprovecho Damian para enfurecerme.”

Tu mejor te callas genio. Que yo vea, tu tampoco te has dado cuenta.”

Su expresión cambio y vi que no le hacia gracia que tuviera razón en eso.

Ella estaba tapando su boca para disimular la risa y por lo que se veía, le estaba costando mucho.

Me gire para ver el rostro de la directora y no vi rastro alguno de preocupación en su expresión.

- Tranquilos – dijo al final –. Mei es una cazadora, también.

¿Cazadora? ¿Cómo demonios no nos habíamos dado cuenta?

Entonces la solución me golpeo. Las flores. Ella olía a flores y eso enmascaraba su olor.

- Mei es aún joven y esta aprendiendo, pero que no os engañe su apariencia dulce – dijo la directora.

- Lo tendremos en cuenta –contesto Damian con el ceño fruncido. Debía estar realmente enfadado por no haberse dado cuenta, y eso que él tenía un olfato de lo más fino.

- ¿Qué te hacia tanta gracia Mei? – pregunto la directora dulcemente.

Ella se mordió el labio inferior para disimular su risa, aunque no le sirvió de mucho.

- Si no supiera que es un chico habría jurado que se trataba de Liana – dijo divertida y estallo en una gran risa.

- La directora se giro para verme y esbozo una divertida y malvada sonrisa – Tienes razón. Igualito que Liana. – entonces sus fríos ojos miraban a Damian – Y tu te pareces a Jezabel.

- ¿Quiénes son ellas si se puede saber? –pregunto Damian irritado, nunca había tolerado que lo compararan con nadie.

- Cazadoras –dijo simplemente la directora -. Unas de las mejores sin duda. Liana es testaruda. No soporta que le ordenen – rió débilmente – .Y Jezabel es tranquila y paciente, se parece bastante a Melany. Aunque ir tanto con Liana la ha hecho bastante rebelde y fuerte. Parece dócil y frágil pero quien se crea eso – soltó un leve “ja”- puede darse por muerto.

DAMIAN

Ella nos miraba claramente divertida por el comentario de Mei.

Según ellas, esa tal Liana era tan cabezota como Ash. La verdad me parecía poco probable. Pero no estaba del todo convencido de que esa tal Jezabel y yo fuéramos tan parecidos.

A diferencia de ella, yo no parecía para nada frágil y débil. Era un vampiro. Un fuerte y poderoso vampiro que no se amedrentaba delante de nadie.

Después de lo que debieron ser minutos, Cassandra se incorporo y se aliso la blusa.

- Ahora, si os parece bien, creo que lo mejor será que los demás os conozcan.

Ella se encamino hacía la puerta y todos la seguimos.

¿Los demás? –preguntó Ash”

Cazadores –respondí con frialdad”

ASH

La directora fue a abrir la puerta y ella y Mei salieron mientras nosotros mirábamos el lugar donde antaño se había encontrado Cassandra.

Unos segundos más tarde, la cabeza de Mei se asomó por la puerta y con voz tranquila nos indicó que saliéramos, que la directora nos tenía que llevar a hacer una cosa antes de asistir a clase.

Asentimos con la cabeza y salimos. Gracias a Damian sabía lo que estaban planeando.

La directora ya había empezado la marcha y la seguimos a paso forzado, casi corriendo.

Mei, que iba cerca de Cassandra, se quedo quieta y esperó a que llegáramos a su lado. Era la primera vez en mucho tiempo que andando me cansaba tanto.

Fuimos por un montón de pasillos sórdidos, con las típicas paredes blancas y los suelos embaldosados.

Cuando pasamos al ala oeste, Cassandra se paro delante de una gran puerta hecha de madera de olivo.

Tomo el pomo de la puerta que era de un material oscuro como la turmalina y haciéndolo rodar abrió la puerta.

Se adentró un paso, luego otro y otro más hasta que se encontró en el centro de una espaciosa sala, de la cual solo era visible la pared que estaba detrás de ella, de un intenso color verde caqui.

Cuando Mei entró, nos hizo una seña para que la siguiéramos. Entramos y todos los integrantes de la espaciosa sala dejaron de hablar y nos miraron.

- Lo sabía… - gruño Damian que se empezaba a preparar para defenderse de ellos.

- ¿Que hacen ellos aquí? - grito una voz de entre la multitud.

Me puse alerta y Damian se preparo a mi lado por si teníamos que pelear o huir como la noche anterior.

- No son el enemigo si es lo que os preocupa. Al menos no por ahora. Y esta estrictamente prohibido hacerles daño. - sentenció la directora.

Todos nos miraban con furia y ansias de sangre. Lo podía oler en el aire.

- ¿Porque están aquí? - pregunto una chica con voz alta y clara. Se levantó de la silla blandiendo sus largos cabellos rubios. Movió las manos hacia la cara y se quitó una mota de purpurina de las pestañas. Luago me taladró con sus penetrantes ojos azules.

- Ellos dos son los hijos de Lucifer. - dijo la directora.

La sala quedo en un intocable silenció. Todos nos miraron con los ojos como platos y los cuerpos tensos.

Van a atacar. -me gruño Damian.”

Hasta cuando no esta, papá siempre sabe atraer problemas. A él y a los demás.”

Uno de los cazadores de la parte derecha se levantó con brusquedad de la silla y la volcó. Sus ojos ardían por la rabia y la ira, su cuerpo estaba contraído y su mandíbula tensa mientras apretaba duramente los dientes. Tenía el pelo largo de color carbón y unos ojos del mismo tono. Su cuerpo hubiera podido considerarse “potente”.

- Así que, - dijo con los dientes apretados - ¿él a mandado a sus dos hijos aquí? - de mala gana dibujo una risas socarrona en sus labios - ¿Por qué?

 - Para aprender.

- ¿Aprender? - se burló - ¿Aprender qué? ¿Que forma es mejor para matarnos? Por favor Cassandra, ¿cómo has podido hacer esto? ¿Cómo nos has podido hacernos esto?

- Yo no dicto las ordenes. Podeís creerme cuando os digo que esto me gusta tan poco como a vosotros- aseguró.

- ¡Pero son sus hijos! - intervino otro chico – Son los hijos de él. ¿Acaso se esta burlando de nosotros?

- ¡No pensamos aceptar esto! - agregó otra chica.

- ¡Jamas! Antes muertos que mezclarnos con ellos. Mucho menos protegerlos.

- ¡Yo no necesito que nadie me proteja! – no iba a dejar que nadie se ocupara de mí como una asquerosa niñera. Sabía arreglarme solo.

- ¡Tú calla vampiro! Nadie te dio velo en este entierro - protesto un chico pelirojo que se sentaba en la primera fila.

- Vosotros a mi no me dais ordenes - mis colmillos empezaron a salir de sus fundas –. Aunque teneis razón. Jamás podremos estar juntos, ¿así que, por qué no terminamos con esto de una vez?

Uno tras otro se fueron poniendo en pie.

- No tientes a tu suerte colmillitos.

Con un sonido sordo que salió desde mi pecho gruñí ante sus palabras.

- ¡Basta! - exclamó Cassandra - Aquí no va a pelear nadie y ahora sentaos.

- ¿Lo sabe Liana? – preguntó el chico que antes me había dado una orden.

Todos se giraron para verlo y sus rostros se tiñeron de tristeza, nostalgia, remordimiento, ira, cansancio...

- No - respondió al final Cassandra –. Aún no lo sabe.

- ¿Y Jezabel?

- Espero que ninguna de las dos lo sepan por ahora, ya sabes que hará Liana… y Jezabel la intentaría calmar, pero estoy segura de que para ayudarla, Jezabel los mataría.

- Tarde o temprano lo descubrirá. - los ojos del chico se clavaron en nosotros – Y cuando lo haga... el infierno se habrá desatado.

De repente, las puertas de la enorme sala se abrieron y el dulce aroma a hibiscos silvestres y lirios salvajes nos hicieron girar embriagados.

Cuando vimos quienes habían entrado se me crisparon las manos en puños.

DAMIAN

- Tarde Jack. Porque ya lo se. - Gruño la cazadora que acompañaba a la gata.

- Tú... - susurré al verla.

Al verme, la cazadora a la que había echo la promesa de tomarla, abrió los ojos como platos y agarró con fuerza la mano de la otra chica que estaba a su lado.

Me fije en la otra chica que debía ser también cazadora y me di cuanta de en que sus ojos estaban intensamente fijos en Ash.

- Vosotros, - gruñía la otra cazadora - ¿porque estáis aquí?

- Por una simple razón Liana. – dijo Cassandra. Los ojos de todos se giraron hacia ella – Porque ya no son nuestros enemigos.

Los ojos de la cazadora ardían como fuego. Y sus músculos estaban contraídos por la ira acumulada.

- Lia, por favor. Trata de calmarte. - le susurro un chico de cabello pelirrojo que estaba detrás de ella mientras le agarraba la muñeca.

- ¿¡Que me calme!? -chillo – No pienso calmarme. Pienso matarlos aquí y ahora.

- Lia... - susurro la gata.

Pasaban los segundos y la habitación era un campo de batalla con miradas asesinas por doquier.

- Hijo del diablo - susurro la gata de repente mientras me miraba llena de odio.

Se adelanto un paso con cautela, como si se tratara de un gran felino a punto de cazar a su presa, y antes de que uno de los chicos que estaban detrás de ellas la pudiera agarrar, se lanzó sobre mi y los dos caímos y rodamos por el suelo.

- ¡Light! - gritó mientras sacaba una reluciente daga de su pierna.

Se sentó a horcajadas sobre mi torso y coloco la reluciente daga en mi cuello.

Por un momento, vi un atisbo de duda en sus ojos pero se desvaneció tan rápido como había llegado.

- ¡Mátalo! - gritaron los cazadores que ahora estaban de pie animando.

· ¡Si! ¡Venga, matalo Jezabel!

¡Mierda!” -gruño Ash.

¡Ash! ¿Que ha pasado?”

La otra...-tenia la voz ronca y entrecortada como si no le llegara suficiente aire – me acaba de dar una patada en el estomago.”

Estas de broma ¿no?”

Maldita sea Damian. ¡¿Tú que crees?! Si no fuera verdad ¿Estaría lamentándome de rodillas en el suelo porque se me están a punto de salir los órganos?”

Vale, perdona. ¿Estas bien?”

He estado mejor, eso seguro. - su voz sonaba burlona pero volvió a quejarse – Cuando la coja la voy a...”

- ¡Vamos Liana, acaba con él! - gritaron algunos cazadores.

La que, si no iba mal, era Jezabel, se cernió más sobre mi rostro y sonrió picaramente.

- Creo que no vas a vivir lo suficiente para cumplir tu promesa.

Presiono un poco la daga sobre mi pecho e hice una mueca de dolor cuando note que el filo se clavaba en mi carne.

Ella al ver mi expresión se sobresaltó un poco y se detuvo. Me miró fijamente a los ojos y así nos quedamos durante un tiempo.

ASH

Cuando vi a esa pequeña cazadora tirarse sobre Damian no dude ni un segundo en intentar apartarla de un golpe antes de que lo tocara. Pero la hermosa cazadora de pelo oscuro, la que me había atacado con ayuda del chucho ese, se zafó del agarré del chico que la tenia sujeta de la muñeca y se lanzó contra mí. Se movió tan rápido que no tuve margen de reacción y me dio una fuerte patada en el estómago. Caí de rodillas frente a ella mientras el dolor me recorría de arriba a bajo, haciendo que me sacudiera. Mi visión se hizo algo borrosa y no dejó de palpitarme la cabeza.

Por el rabillo del ojo vi que la directora miraba de un lado a otro sin creer lo que estaba pasando.

Acabábamos de llegar y ya nos habíamos metido en una buena.

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